En esta página descubriremos curiosidades sobre la evolución humana que quizás no sabías.
El primer caso es el apéndice.
Seguramente habrás escuchado alguna vez "el apéndice solo sirve para molestar", esto no es del todo cierto. Desde hace muchos años, algunos científicos sostienen que el apéndice no cumple ninguna función, y que en el pasado, éste pequeño órgano formaba parte del sistema digestivo.
Su función estaba relacionada con la digestión de algunas hojas.
A pesar de esa difundida idea, algunas investigaciones sostienen que el apéndice cumple una importante función. La utilidad de éste órgano estaría relacionada con el almacenamiento de bacterias beneficiosas para el organismo.
Cada vez adquieren más importancia quienes reivindican la función del apéndice.
Personas que nacen sin muelas del juicio.
Muchas personas deben someterse a dolorosas cirugías dentales para que se les extraigan las muelas de juicio, ya que no tienen espacio en su mandíbula para mantenerlas. Otras personas no tienen problema con el espacio y conservan sus muelas de juicio durante toda su vida.
Ahora bien, algunas personas simplemente nacen sin muelas de juicio.
Algunas investigaciones sostienen que estas piezas dentales han perdido su utilidad, que consistía en facilitar la ingesta de alimentos duros, como hojas, raíces, frutos secos y carne, por ello, al cambiar nuestra dieta, han ido desapareciendo a lo largo de la evolución.
Los ojos claros.
Aunque son minoría, hoy abundan quienes tienen ojos claros.
Muchas personas tienen ojos de distintas tonalidades de azules, sin embargo, esto no siempre fue así. Según el trabajo del genetista Hans Eiberg, el origen de los ojos celestes en humanos estaría en una extraña mutación del gen OCA2 hace miles de años, entre 6000 y 10 000 aproximadamente.
Si se estima que los Homo sapiens existimos hace unos 200 000 años, el desarrollo de las personas con ojos claros es relativamente reciente.
Los humanos somos tolerantes a la lactosa.
Según algunas investigaciones antropológicas, los humanos logramos tolerar la lactosa una vez finalizado el período de lactancia, gracias a que hemos domesticado animales como las vacas y las cabras, que nos proveen recursos para nuestra alimentación, desde hace unos 9000 años.
La mutación genética que determina esta tolerancia sería más reciente, datando de entre 5000 y 6000 años atrás.
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